En este año 2010, en que corresponde la entrega del XXV premio Gallico de Oro, NAPARDI ha decidido hacer una excepción a la regla, al otorgar dicho galardón a la Comparsa de Gigantes de Pamplona, en lugar de a una persona física. El motivo es el de reconocer la importancia y significación de la Comparsa para Pamplona, en su CL Aniversario, desde su creación por D. Tadeo Amorena.
D. Tadeo Amorena, descendiente de agotes, allá en el barrio de Bozate en Arizkun (Baztán), maestro en artes plásticas, recibió el encargo de realizar cuatro parejas de Gigantes para el Ayuntamiento de Pamplona, ya que este había decidido sacar en las efemérides de la Ciudad unos propios, en lugar de seguir con los pertenecientes a la Catedral.
Las razones que se exponen del porqué hizo cuatro parejas y cómo las hizo son varias; unos dicen que no sabía que había cinco continentes, otros que son los cuatro puntos cardinales, y otros dicen que así nos muestra los colores correspondientes a cada etnia de los habitantes de la tierra.
Sea como fuere, el resultado fue magnífico y hoy los Gigantes de Pamplona, son un emblema más de la Ciudad, que probablemente no son comparables a ninguna otra cosa que disponemos, por lo que se tienen como un signo a enseñar y disfrutar, siempre acompañados de su corte de cabezudos, kilikis y zaldikos.
No hay evento de cierta popularidad, visita importante o acto al que se considere que haya que dar una mayor prestancia, en el que no salgan a pasear nuestros Gigantes, enseñoreándose por la Ciudad y creando la ilusión en todos nosotros al verlos bailar, mientras los más pequeños corren y corren para que los kilikis y zaldikos no les peguen con la verga.
Por todo ello y por la labor desarrollada por las casi 2.000 personas que han pasado por la Comparsa en el transcurso de estos 150 años, es por lo que NAPARDI ha considerado en su vigésimo quinto “Gallico” otorgar el mayor premio que la Sociedad pueda dar, a la Comparsa de Gigantes, entrando en el ámbito de personas ilustres, aun cuando ellos no son personajes de carne y hueso, pero sí nos lo parecen puesto que los demás pasamos, y ellos nos siguen representando cada día, cada año, cada evento, cada fiesta y sobre todo en San Fermín.